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martes, 28 de junio de 2016

LA MAYORÍA SILENCIOSA

En León lo sabemos bien (algunos): La mayoría prefiere que piensen otros y así hay más tiempo para ocuparse de lo que verdaderamente importa, el vecino (ese que elige al alcalde). Llevamos más de treinta años encerrados en una autonomía creada por y para los intereses de una oligarquía con unos planes muy concretos: comerle la merienda a los de al lado. Una autonomía que se salta a la torera la historia y el sentir de los pueblos y las regiones que la conforman, pero que funciona. ¡Vaya si funciona para algunos!

Pero no vengo (hoy) a hablar de esto de la autonomía. Solo quería poner como ejemplo que muchas de las víctimas de la transición ejemplar y ejemplarizante han preferido que piensen otros, y por ello tenemos en León a un alcalde que más que en su ciudad, prefiere pensar en Valladolid, donde están sus amigos de la Junta y en una idea nacionalista y neo-romántica que se llama Castilla y León y que precisa de una Fundación para crear un sentimiento regional a lo austro-húngaro o a lo checoslovaco y de un sello impuesto con desfachatez y soberbia para que todo, desde el Moncayo hasta o Cebreiro tenga exactamente el mismo sabor.

¿Y tiene Antonio Silván la culpa de algo? Seguramente de muchas cosas sí, pero de que un alto porcentaje de leoneses hayan decidido llenarle las urnas de trocitos de sus sueños y de la vida de los suyos para que él en el recreo los reparta entre Juan Vicente, Bertín o Mariano, no. La culpa la tienen ellos, esos leoneses que le votan y después, en el bar de la esquina, dicen que Valladolid nos roba. No, Valladolid no roba a nadie. Valladolid tiene a otros caraduras sentados en sillones bien altos y estos caraduras envían a sus amigos a pedir el aguinaldo a (en este caso) León. Y entonces la gente dice: “si total, ¿qué más da unos que otros?”, le dan ese aguinaldo, y así nos sigue yendo. Y así nos va en León.

Pero insisto, no quiero hablar del complejo e infausto drama de León. Solo quiero usarlo de ejemplo. De cómo repetir frases que otros dicen es más sencillo que elaborarlas. De cómo no utilizar ni cinco minutos para enterarse de qué pretenden realmente los que quieren gobernar da derecho a participar en el juego y de cómo repetir como un lorito lo que dicen en los medios, tiene, a la hora de la verdad, el mismo valor que haberse informado, estar actualizado o haber utilizado tiempo para preocuparse en cómo funciona todo esto.

Hay gente (mucha) que no tiene ni la más remota idea de qué es lo que mete en la urna y de cuál es el engranaje y el funcionamiento de la maquinaria. Y esa gente también decide. Y opina. Y difama. Recuerdo que en el instituto estudiábamos el Tribunal Constitucional y el número de artículos de la Constitución. Que el rey era el Jefe del Estado y que en los setenta empezó la democracia y se legalizó el Partido Comunista. Todo eso, y más cosas, estaba en el libro de historia, al final, en una especie de tema-anexo muy colorido lleno de dibujos de niños y niñas con caras sonrientes que decían en bocadillos de cómic cosas como “esta es nuestra bandera”. Y recuerdo ir a Madrid y reconocer el Tribunal Constitucional por la foto que salía en esas páginas. ¿Por qué todo lo demás, lo importante, lo determinante, lo tuve que aprender por mi cuenta?

Dejad hablar a la mayoría silenciosa

¿Pero realmente son mayoría los que prefieren que piensen otros? ¿Son tantos y tan determinantes? Ahora llegaron las elecciones y un 33% ha votado por que sí a un señor que considera con muy buen criterio que un plato es un plato y un vaso es un vaso. Apostaría que la mayor parte de ese 33% no ha votado a unos representantes que eligen a ese señor. No, han votado a ese señor. Porque así funciona ¿no? ¡Ah! Y sin olvidarnos de otro porcentaje dentro del porcentaje que ha votado a estos porque son los buenos (los malos, ya lo dijo Mariano en su discurso, eran esos que tiraron bengalas (no olvidemos que eran unos pocos descerebrados de extrema derecha, a ver si nos vamos luego a equivocar de malos)).

Un 33% de los votantes han optado por ese señor, por esos que son los buenos o bien han elegido esa opción con unos criterios y por unos motivos. Son estos terceros los que me preocupan, aunque considero que son los menos. Si en vez de calcular el porcentaje sobre los votantes, lo calculamos sobre la gente que estaba llamada a votar, el porcentaje cambia considerablemente, y el Partido Popular ha sido elegido por aproximadamente el 22% de los electores. Eso significa que el 78% de los españoles no han elegido ni al señor ese que se emociona en los campos de alcachofas, ni a los buenos, ni tampoco han elegido la opción con criterios y motivos. Es más, podemos concluir que buena parte de ese 78% no solo no les ha elegido sino que no tiene la más mínima simpatía. Por ello dentro del PSOE y de C’s hay tanto miedo a apoyar a Mariano. ¡La sangría de votantes que sufrirían cualquiera de los dos!

Es cierto que han sido los más votados. Los ladrones, los corruptos, la mafia del PP. Pero 28 millones de ciudadanos y de ciudadanas les hemos dado la espalda. Cada cual con sus criterios. Todos respetables. Pero 28 millones de 36, son unos cuantos millones. Lo que hagan los dirigentes (especialmente del PSOE y de C’s) es otra cuestión. Otro debate. Lo que está claro es que el Partido Popular tiene la oposición del 78% de los españoles y las españolas. Y que dentro del 22% de sus votantes, no todos votaron con criterio y con conocimiento de causa. El resto lo hizo el sistema y la ley electoral, que es lo que hemos de cambiar en cuanto sea posible, pues claramente no representa el verdadero sentir de la ciudadanía y eso no puede llamarse democracia.


Ahora toca reflexionar y buscar el modo de cambiar esta ley electoral tan injusta. Lo tienen todo blindado y bien blindado, pero cada vez somos más dentro de esta mayoría silenciosa y silenciada quienes sabemos de sus artimañas, y junt@s seremos capaces de encontrar los puntos débiles de sus fortines. Somos individuos iguales ante la ley, se supone. No es justo que muchos votos se vayan a la basura sistemáticamente, según se meten en la urna. Hay que hacer una ley más justa y sobre todo más sencilla, no vaya a ser que el señor más votado de todos tenga que explicarles a los suyos que es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.

lunes, 13 de junio de 2016

CRÓNICAS DE LOS AÑOS BOBOS O WELCOME TO THE MOYEN ÂGE. NUESTRO JUEGO DE TRONOS PARTICULAR.

La roja había ganado todos los campeonatos disputados desde que empezó la crisis. Mucha gente lo celebró, porque era muy importante.
Años más tarde, en Brasil, nos sacaron de nuestras Casillas, se desmoronaron las Torres, nos perdimos en lo más oscuro Del Bosque y duramos una semana. ¡Crisis!
En Francia 2016 miles de franceses se manifiestan y toman las calles. Los borbones se alegran de tener sus cabezas en España. En Astorga y otras plazas aún hoy se presume de que resistimos a los franceses en otros tiempos y de que casi se cargan a Napoleón. ¡Viva Fernando VII! Se recrea, a veces. Se invita al embajador de Rusia, ondea su bandera en nuestro ayuntamiento y se canta su himno, por eso de que había maragatos que desertaron de la Grande Armée arme para pasarse al otro bando. ¡No olvidemos que algunos tenemos un alcalde historiador!
Mientras, esos rusos tan queridos, se pegan en Marsella con los ingleses, que inventaron el fútbol, que se celebra en Europa. En Francia. Y los medios siguen sin hablar de las revueltas multitudinarias contra las leyes de Hollande. Venezuela está más cerca de los amigos congoleños de Pablo Casado.
...la crisis sigue y España vuelve a ser favorita en la Eurocopa. Sergio Ramos compone himnos. Hoy empieza todo. Es campaña electoral. Sube la mano y grita gol. La Roja Baila. La Niña Pastori parará los penaltis que De Gea deje en manos de su abogado ¡Que vienen los comunistas!

martes, 29 de marzo de 2016

Hijos de la ruina

Es hora de recapitular las hostias que me ha dado el tiempo
NACHO VEGAS

Somos hijos de la ruina,
de la leña olvidada por el fuego.
De la piedra lamida por el olvido.

Herederos del polvo,
cómplices del piano abandonado
en el escondrijo desafinado de los acordes del tiempo.

Somos paupérrimos compases de la calle,
distorsionadas y eólicas frecuencias del viento,
torpes aprendices de la lluvia.

Somos tenaces supervivientes de la debacle,
valientes defensores del sonido y su silencio,
hijos, herederos,
legítimos defensores de la ruina,

donde siempre se refugió el amor.



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miércoles, 23 de marzo de 2016

¡Brindis por Genarín!





Por la gente que hace vino,
por los bares que lo venden,
por los que dejan propina
por los que cuando lo beben
ensalzan las amistades,
elogian a su pueblín,
cantan jotas leonesas
recuerdan a Genarín.
¡Por ti brindamos, Genaro!


lunes, 21 de marzo de 2016

Por los siglos de los siglos

Por los siglos de los siglos

A Rita Maestre
y demás víctimas de las habituales cazas de brujas contemporáneas.


I

—¡Es inaceptable!—gritó visiblemente aceptado el inquisidor—. ¡Esa mujer es una bruja y ha de ser castigada como tal! Se cuentan por cientos sus seguidores. Ayer la guardia hubo de intervenir en un aquelarre en el burdel del Burgo.
—No os alteréis—respondió el gobernador sereno pero con rostro preocupado ante la responsabilidad que caía sobre él—. No eran cientos, sino decenas. Y según el informe del capitán de la guardia, en el burdel simplemente corrió el vino más de la cuenta. No me relató ninguna práctica propia de un aquelarre.
—Con el debido respeto, gobernador, os ponéis de su parte defendiéndola. De parte de la blasfemia. Sabéis tan bien como yo que en el burdel del Burgo, a altas horas de la madrugada y en fechas sagradas, se realizan infames rituales propios únicamente de partidarios de Satanás. Y ella es quien los convoca.
 —Es una pecadora, sin duda, como las demás—habló con empatía el gobernador—y por ello en Semana Santa todas serán conducidas al Convento de Arrepentidas, donde se les hablará con insistencia de María, la que tuvo en sus brazos al que todo lo sustenta buscando su arrepentimiento y su rectitud, como se hiciera recientemente en las Candelas. Juzgar su alma es asunto de Dios.
—Tal vez no fueseis informado, gobernador—prosiguió con más calma el inquisidor, consciente de que su argumento terminaría por convencer a su interlocutor—, de que en las Candelas, ella, precisamente ella, de quien hablamos, mostró uno de sus senos a Monseñor Alonso tras la celebración de la Santa Misa. En la capilla, gobernador. Ante los ojos de Dios Todopoderoso.
—En efecto, no fui informado—respondió confundido—pero me surge una pregunta, pues conozco bien las debilidades de Monseñor Alonso ¿quien decidió que fuese precisamente él quien oficiase una misa para esa clase de mujeres?
—También asistieron las hermanas del convento—continuó el inquisidor tratando de ocultar la indignación que le asaltaba ante la actitud del gobernador—. Mas no es mi competencia juzgar a Monseñor, sino castigar la herejía.

El inquisidor, con un gesto chulesco con el que realzó su soberbia, extendió un pergamino que llevaba en la mano, se lo mostró al gobernador, y leyó en voz alta:

—Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan el fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra.
—¿Brujería?—preguntó asombrado y preocupado el gobernador con la templanza que le caracterizaba—¿Pretendéis acusarla de bruja?
—Os noto perplejo, gobernador—prosiguió con malicia el inquisidor enrollando de nuevo el pergamino con delicadeza—. Pero estas palabras de la bula Summis desideratis affectibus que su excelencia el Papa Inocencio nos legó recientemente, han de ser tenidas en consideración en estos, nuestros cristianos reinos.


II

—¿Se quitó la camiseta y se quedó en sujetador? ¿No le parece una falta de respeto a los demás?—preguntó el inquisidor.
—Un torso desnudo no tiene porqué ser algo ofensivo—respondió con serenidad la bruja.
—¿Escuchó usted que se dijo allí "contra el Vaticano, poder clitoriano" o bien "el Papa no nos deja comernos las almejas"?—prosiguió el inquisidor aferrándose a cualquier argumento con el que demonizar las intenciones de la anecdótica protesta en la que varios años antes había participado la activista.
—No recuerdo la literalidad de lo que allí se dijo—sentenció ella.

"Rasguémonos las vestiduras cuando observemos que nuestro corazón está incapacitado para el perdón. No nos rasguemos las vestiduras cuando nosotros, a lo mejor de otra manera, hemos hecho cosas similares." Las palabras conciliadoras del arzobispo de la diócesis no fueron suficientes para el inquisidor, que tenía clara la sentencia. Se trataba de una bruja, y a las brujas hay que castigarlas por herejes. Aquella falta de respeto había ido muy lejos y era necesario ejemplarizar. Tenía que quedar claro dónde residía el poder. ¡Una protesta pacífica en una capilla prácticamente vacía de una universidad pública en un país aconfesional era un asunto propio de quien pacta con el mismísimo diablo!

III

Una densa columna de humo se alzaba hacia el cielo gris que amenazaba lluvia. El silencio se había apoderado del espacio que unos minutos antes ocupaba la multitud.

—Estará satisfecho—se dijo a sí mismo apenado el gobernador mirando por una de las ventanas de palacio que daba a la plaza en la que había ardido la bruja.

Notó una presencia. Se giró. El inquisidor estaba en la puerta. Tranquilo. Con la impasibilidad que le caracterizaba.

—Nuestro señor Jesucristo dijo en la cruz: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen"—dispuso notablemente afectado el gobernador.

El inquisidor esbozó una sonrisa maliciosa, dio un paso al frente. El olor a humo y a leña quemada impregnaba el lugar.

—Gobernador—dijo mostrando una flauta de madera que llevaba en la mano—hemos encontrado en la estancia de la bruja instrumentos y muñecos que parecen sacados del infierno. Sabemos que estaba vinculada con unos juglares, poetas y comediantes. Según las últimas investigaciones, al menos uno de ellos tenía sangre judía. 
—Por los siglos de los siglos—concluyó el gobernador con la mirada perdida en las cenizas de la plaza, sofocado y derrotado ante la hoguera incombustible y eterna que avivaba sin pudor la arrolladora maquinaria del poder.
—Amén—sentenció el inquisidor.

Auto de fe de la Inquisición (Francisco de Goya)

Carlos Huerta Mínguez